Los índices de corrupción en Colombia han alcanzado niveles impensables. Y el problema es que tenemos una percepción distorsionada de la corrupción en nuestro país: no vemos que cobra vidas, que nos llena de pobreza, que impide que existan verdaderas oportunidades y afecta especialmente a jóvenes y a niños y niñas. Es una problemática que tiene que ver también con la cultura del todo vale, y esto se puede debido a las grandes inequidades que existen en nuestro país.
Nos ha costado mucho trabajo como país ver que esas inequidades se prolongan gracias a la corrupción. Es un círculo vicioso. Actualmente se pierde en corrupción alrededor de 50 billones de pesos al año, es el equivalente al 17% del Presupuesto General de la Nación, de acuerdo con reportes de la Contraloría.
Entre los años 2016 y 2020, de acuerdo con datos de la Corporación Transparencia por Colombia, se identificaron 967 hechos de corrupción, que van desde corrupción administrativa, que es la que más se observa por tratarse de acciones de funcionarios públicos; a la judicial, frente a la cual hemos visto los grandes escándalos que nos han indignado como sociedad.
Nuestro país necesita volver a creer en las instituciones, crear un verdadero gobierno abierto y transparente. El estallido social fue contundente en enviar un mensaje: no lo estamos haciendo bien, no estamos dando las oportunidades para la juventud, y la corrupción se lleva lo que podríamos estar invirtiendo en impulsar empresa, en educación e incluso en control del uso de los recursos.