En Colombia nos enfrentamos a una enorme brecha de desigualdad entre hombres y mujeres. En materia laboral, esta diferencia está en un 20% de acuerdo con Naciones Unidas. En materia política la situación es igualmente alarmante: solamente 25 de 108 senadores son mujeres; y de 172 representantes a la cámara, apenas 31. ¿Qué significa esto? Que las mujeres no tenemos autonomía, actualmente no se nos incluye lo suficiente ni en la producción de desarrollo y riqueza; ni tampoco en la toma de decisiones.
En Colombia hemos venido haciendo esfuerzos para avanzar en la paridad, a través de la legislación y la suscripción de tratados internacionales fundamentales como el de la CEDAW. Sin embargo, las cifras son contundentes y nos muestran que hay un camino por recorrer: Las decisiones se toman en el Congreso, las apuestas decididas en este sentido son urgentes porque la mirada femenina que podría mejorar las medidas que tomamos actualmente no está, es muy débil aún. Perdemos las mujeres y pierde todo el país. Igualmente, al no hacernos partícipes de la toma de decisiones, las políticas implementadas carecen de esta perspectiva y pierden eficacia.
Desde mi trayectoria profesional, he tenido un compromiso decidido con el liderazgo femenino. Fundé con la Federación Colombiana de Municipios la Red de Mujeres Alcaldesas por la Paz como un mecanismo para reforzar los liderazgos territoriales y promover que más mujeres lleguen a cargos de liderazgo y al interior del Partido Verde he continuado con esta labor. Esto es algo que voy a abanderar en el Congreso, de la mano de otras congresistas con grandes liderazgos y de todos aquellos hombres que nos quieran apoyar.
Hay que avanzar simultáneamente en equidad económica y paridad política, que nos lleve a un nuevo círculo, pero virtuoso: en la medida en que logramos participar más de las decisiones, logramos mejores políticas públicas y mayor equidad social.